No hay peor sustituto que los corazones robados
para llenar el vacío que has varado en mi pecho,
el mismo que ahora escribe:
“insertar aquí el mar”
que la arena son las sábanas calcinadas por los dedos que arquearon mi espalda,
soy la playa que dejas.
Te llevas el puerto y mi suerte,
me quedan las olas
(que son las únicas que vuelven)
y cuando la luna enloquezca de no verte
y me mojen las bragas las mareas
te recordaré
mientas hago naufragio con cualquier malaventurado
uno que siga besando mis labios
antes de partir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario