miércoles, 28 de mayo de 2014

No hay peor sustituto que los corazones robados
para llenar el vacío que has varado en mi pecho,
el mismo que ahora escribe:
“insertar aquí el mar”
que la arena son las sábanas calcinadas por los dedos que arquearon mi espalda,
soy la playa que dejas.

Te llevas el puerto y mi suerte,
me quedan las olas 
(que son las únicas que vuelven)
y cuando la luna enloquezca de no verte
y me mojen las bragas las mareas
 te recordaré
mientas hago naufragio con cualquier malaventurado
uno que siga besando mis labios
antes de partir. 

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